La reapertura gradual del estado de Texas por parte del gobernador Greg Abbott tiene como objetivo que los tejanos vuelvan a trabajar por fases. Pero ese proceso no ha sido ni sencillo ni coherente.
El viernes pasado, las barberías, junto con los salones de belleza, de uñas y bronceado fueron autorizados a reabrir bajo ciertas restricciones. Esos negocios se unen a los restaurantes, cines y otros negocios a los que se les permitió abrir el 1 de mayo.
Reporteros de diferentes rincones del estado dijeron este lunes a David Brown, presentador del Texas Standard, que los líderes locales están tratando de equilibrar las órdenes del gobernador con las necesidades de los residentes, y esos dos objetivos a menudo se ven enfrentados.
En Austin, el alcalde Steve Adler mantiene las órdenes de quedarse en casa y de cubrir el rostro cuando se sale, aunque la orden estatal de Abbott desbanca a esas ordenanzas.
Matt Largey, editor de proyectos de KUT en Austin, le dijo a Brown que la reapertura parcial de los negocios de venta al por menor y de servicios como salones de belleza y de uñas continúa hasta el final del mes. Se trata de una especie de período de prueba para evaluar cuán seguro es reabrir mientras continúa la pandemia.
“Están viendo esto como una especie de fase de luz amarilla”, dijo Largey. “Realmente quieren tener una idea de cómo van las cosas… en términos de la cantidad de infecciones y si el número de casos está aumentando o no”.
En Laredo, los líderes locales están haciendo cumplir más estrictamente las ordenanzas sobre el uso de mascarillas o cubrebocas, aunque contradigan a las órdenes estatales. Sandra Sánchez es corresponsal en el sur de Texas de borderreport.com. Según le dijo a Brown, Laredo ha emitido citaciones pero no multas. Las ciudades fronterizas están siendo especialmente estrictas porque son vulnerables a la propagación desde México, donde el número de casos de COVID-19 está aumentando.
“[El estado de Tamaulipas], que está a 6 millas de donde estoy ahora, aún no ha llegado al pico [de la curva de contagios]”, dijo Sánchez.
Además, dijo que es posible que México no esté reportando el número total de casos o muertes.
“Los líderes que dirigen las ciudades en estas fronteras… están muy preocupados por lo que viene desde los puentes”.
Durante semanas, McAllen, donde se encuentra Sanchez, parecía un “pueblo fantasma”, pero eso cambió después de la orden de reapertura de Abbott.
“A partir del jueves, fue como si todos estuvieran comprando regalos para el Día de la Madre”, dijo.
Se espera que por ese motivo los casos aumenten allí.
En el sudeste de Texas, la reportera del Beaumont Enterprise, Kaitlin Bain, le dijo a Brown que el grupo que realiza pruebas de coronavirus en seis condados está a punto de disolverse, lo que podría hacer que la ciudad de Port Arthur se vuelva especialmente vulnerable. En esa ciudad, la mayoría de los residentes pertenecen a la comunidad negra o latina, y podrían estar en mayor riesgo de contraer la enfermedad.
“[La ciudad] no ha sido capaz de poner en marcha un programa de pruebas todavía”, contó Bain.
Al alcalde de Port Arthur le preocupa que la reapertura sea una amenaza para la salud pública. Y ha pedido a los jueces del condado y al gobernador Abbott que revoquen sus órdenes.
La semana pasada, un sitio en el que se realizan pruebas de coronavirus por un día recibió más visitas que cualquier otro sitio también de 24 horas en toda la región.
Sánchez y Largey dijeron que los líderes locales de sus áreas también han indicado que las ciudades no están listas para reabrir.
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