Se Avecina Una Batalla Informativa Si Se Aprueba Una Vacuna Contra El COVID-19

By Caroline CovingtonJuly 7, 2020 3:02 pm, ,

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Aubrey Matson, una estudiante universitaria de 19 años, no se considera “anti-vacuna”. Pero la pandemia tampoco la ha puesto 100% a favor de ellas. Le preocupa que una vacuna contra el COVID-19 aprobada por vía rápida pueda ser peligrosa.

“Creo que debe ser bien investigada antes de ponerse en práctica”, le dijo al Texas Standard en marzo.

Matson está “indecisa en cuanto a la vacuna”. Sabe que algunas personas que se oponen a las vacunas pueden llevar su escepticismo demasiado lejos y promover opiniones de línea dura en su contra. Pero también cree que la mayoría de las personas -muchas de ellas padres- que cuestionan la seguridad de las vacunas tienen buenas intenciones.

“No creo que ninguno de ellos tenga una mala intención; creo que todo viene del deseo de proteger a sus hijos”, dijo.

Y en Texas, proteger a los niños de ser obligados a vacunarse ha sido un tema espinoso. Texas es uno de los 15 estados que permiten a los padres evitar los requisitos de vacunación antes de inscribir a sus hijos en la escuela.

Texas Department of State Health Services

Reported conscientious vaccine exemptions among K-12 students for the 2019-2020 school year.

Mientras que la mayoría de los tejanos se vacunan, expertos en salud como la doctora Seema Yasmin se preocupan de que cuando la vacuna contra el COVID-19 esté finalmente lista, algunos se negarán a dársela.

“Terminas con estos bolsillos profundos, estas áreas donde mucha gente no se vacuna. … Incluso cuando las tasas generales de vacunación parezcan buenas, eso no significa que la gente esté protegida a nivel comunidad”, dijo.

Yasmin es epidemióloga, periodista y ahora investigadora en comunicación de salud en la Universidad de Stanford. Ha visto de primera mano lo que las vacunas pueden hacer. En 2014, informó sobre la epidemia del Ébola en África Occidental.

Y dijo que una vacuna contra el COVID-19 será la mejor apuesta para frenar la pandemia.

“Es difícil sin una vacuna porque dependes de medidas de contención como el distanciamiento físico… y, por supuesto, la sociedad no funciona así. … Una vacuna, o tal vez múltiples vacunas, es nuestra forma más probable de salir de esta crisis”, dijo Yasmin. 

Pero mientras los investigadores médicos trabajan frenéticamente en una vacuna, la comunidad de salud pública ya está anticipando un gran obstáculo una vez que se apruebe la vacuna del COVID-19: cómo convencer a los escépticos para que se vacunen.

Un movimiento de resistencia en Texas nació hace cinco años después de que los legisladores estatales intentaron limitar las exenciones actuales para los niños cuyos padres no querían vacunarlos. Y las personas involucradas en ese movimiento ya están informando al estado, a través de los medios de comunicación, que quieren una opción cuando se trate de una futura vacuna contra el COVID-19.

Jackie Schlegel es la directora ejecutiva de Texans for Vaccine Choice. En mayo, participó del programa de salud holística, One Life Radio, para expresar su preocupación sobre cómo parte del trabajo de su grupo para mantener las exenciones de vacunación en Texas podría quedar nulo debido a la pandemia.

“No estoy segura de que estemos abordando esto apropiadamente. Quiero tener la plena seguridad de que cualquier vacuna que salga al mercado ha sido probada a fondo y no va a ser obligatoria”, le dijo a la presentadora Bernadette Fiaschetti.

Schlegel también dejó claro lo que su grupo quiere para los tejanos:

“En última instancia, todos en este estado necesitan una opción. Y no sólo una elección sobre darse la vacuna o no, sino rechazar la vacuna sin consecuencias”.

Schlegel se negó a ser entrevistada por el Texas Standard. Pero envió un correo electrónico diciendo que la “misión de su grupo de proteger y promover el consentimiento informado, la privacidad médica y la elección sobre las vacunas para todos los tejanos no flaqueará”.

Elegir es una cosa. Pero los expertos en salud pública como Yasmin en Stanford quieren que la gente elija la vacuna contra el COVID-19 después de recibir información precisa sobre ella. Así que Yasmin y otros se centran ahora en cómo combatir la avalancha de desinformación que fluye en Internet.

“Mi frustración es que la enfermedad no se propaga sola, sino que se propaga junto con el contagio informativo, por lo que también debemos contrarrestarlo”, dijo Yasmin.

La desinformación sobre la vacuna del COVID-19 ya se está extendiendo ampliamente en las redes sociales. El Proyecto VCTR, una organización sin fines de lucro que hace un seguimiento de la desinformación sobre vacunación, encontró que sólo el 23 de junio hubo casi 8,000 mensajes sobre la oposición a vacunarse en Estados Unidos. Algunos de esos mensajes impulsaron conspiraciones como la que asegura que el multimillonario Bill Gates utiliza vacunas para implantar microchips de rastreo. Esos pocos miles de mensajes pueden ser compartidos y vistos millones de veces, amplificando la información falsa.

Uno de los mensajes más populares, persistentes y falsos sobre las vacunas es el que las relaciona con el autismo. Esa es una teoría que ha sido repetidamente desacreditada por científicos y médicos.

Yasmin dice que la desinformación sobre las vacunas funciona porque a menudo se aprovecha de las emociones de las personas.

“Cuentan historias que son convincentes, impactantes y creíbles”.

Y las investigaciones que se están realizando ahora muestran que Yasmin y los expertos en salud pública tienen trabajo que hacer. Una encuesta reciente de la agencia de noticias The Associated Press y la Universidad de Chicago encontró que sólo la mitad de las más de 1,000 personas encuestadas dijeron que se darían una vacuna contra el COVID cuando estuviera disponible.

La investigadora de la Universidad Johns Hopkins, Meghan Moran, quería saber más sobre esta desconfianza en las vacunas, por lo que recientemente analizó más de 1,000 sitios web sobre vacunas.

“Vimos mucha retórica en torno al lenguaje de la elección, la libertad y la independencia. … Había declaraciones sobre las vacunas que eran casi opuestas al estilo de vida americano”, dijo.

Moran sostiene que se necesita una comunicación sobre salud más inteligente para que la gente se sume a la campaña de vacunación porque los que dudan tienen sentimientos encontrados al respecto.

“No estamos pidiendo a alguien que cambie una creencia, sino que le estamos pidiendo que cambie un sistema ideológico mucho más amplio, o un sentido de identidad o una conexión con una comunidad”, dijo Moran.

Mike Mackert estuvo de acuerdo con que la identidad es clave cuando se trata de una buena comunicación de salud pública. Es el director del Centro de Comunicación para la Salud de la Universidad de Texas en Austin. Dice que los funcionarios de salud podrían tener más éxito si elaboraran mensajes más adaptados.

“Los mensajes grandes y amplios dirigidos a todo el mundo es lo peor que se puede hacer. … Tan pronto como puedas dirigir la información a un subgrupo más pequeño, generalmente lo harás mejor”, dijo.

Pero una buena comunicación sobre salud no siempre es suficiente. Mackert dijo que a veces se necesitan nuevas leyes y regulaciones para solucionar grandes problemas de salud pública.

“Es una de las razones por las que pensamos mucho sobre… dónde está la respuesta a una solución de comunicación en salud, y dónde está la política”.

El gobernador de Texas, Greg Abbott, ha dicho que espera que una vacuna sea “el fin” de la pandemia del COVID-19. Pero no ha dicho nada acerca de obligar a vacunarse.

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